LA LLAVE —¡Es clase de hockey! —exclama Flavia, yendo para donde mi. Me encontraba en mi casillero metiendo algunos libros cuando ella apareció. Sola esta vez. Me pregunto en donde habrá dejado a Karla. —¿Vamos a ver el entrenamiento? —me pregunta, tomándome del brazo. Arrugué la cara con algo de negación. —No sé si sea... —empecé a decir, pero ella me interrumpió: —Anímate, te he notado un poco pensativa estos días así que hay que animarnos un poco. Solo un rato, ¿si? Lo pensé: no tenía nada más que hacer así que no estaría mal pasar el tiempo en otras cosas. —Está bien. Caminamos en dirección hacia la enorme sala de hockey. Cuando se es millonario puedes tener lo que quieras. Es decir, aquí todos lo eran así que... un campo de hockey no era nada para ellos. Cuando llegamos,