Isabel Estaba intentando preparar la cena en la cocina de casa, cuando el timbre sonó. Pedí que quien fuera me esperara unos instantes, pues la pasta no iba a esperar por mí, así que luego de un par de vueltas del reloj más, quité todo del fuego y lo dejé a un lado para servirme después. Al abrir la puerta, me encontré con el rostro preocupado de Laura, quien me saludó abrazándome, como si tuviera miedo de verme por última vez. - Perdóname la demora, - le dije luego de darle dos besos y de invitarla a pasar – tenía la pasta a punto de sacar del fuego. Por cierto, ¿quieres quedarte a cenar conmigo? - ¡Vale, me dará mucho gusto! - ¡A mi también! Aunque, a decir verdad, no cocino ni cerca de bien como tú lo haces, ja ja ja lo mío es pura supervivencia. Me fui