Fue uno de esos días en los que me encontré con mi amigo, uno de esos grandes amigos que el deporte y la vida ponen ante ti, y comprendí que alguien más estaba sufriendo. Y que quizás, Sofía no era la única culpable de la situación. Yo también lo era… por permitir que lo engañara. Mateo – ¡Amigo! ¿Cómo vas? - Aquí, brother. Aguantando. Mateo – ¿Qué dices? (sin comprender y estirando mis músculos) - ¿Recuerdas que te comenté lo de mi mujer? Mateo – Sí, ¿qué pasa? - Estoy casi seguro que tiene un amante. Me cayó como un balde de agua fría. No acostumbraba a tener conversaciones personales en los entretiempos de los partidos, pero sabía que Javier tenía problemas con su esposa desde hacía tiempo y siempre que nos cruzábamos le preguntaba. Esa mujer era