Capítulo 6 — Cediendo.

2005 Palabras
El plan de Simons había comenzado. Él permanecía más a mi lado que en su propia compañía, cuando me trataba con respeto y no trataba de hacerme enfurecer, las cosas iban medianamente bien. Cómo las cosas debían verse de forma natural, empezamos pasó a paso, yo tenía una secretaria, mientras que mi padre seguía en su rol de CEO, aprendía tanto de él como de el idiota con delirios de galán de telenovela. — Bien, en esa reunión te fue mucho mejor, mantuviste el aplomo, te felicito por no flanquear, hiciste los gestos y movimientos necesarios. — dijo Simons recordando nuestra reunión anterior, dándome una sonrisa orgullosa. — tenía poca esperanza en ti, a decir verdad, pero superaste mis expectativas y las de todos ahí, no les quedó más remedio que aplaudirte. — dijo aún con esa sonrisa. — nos sorprendiste a todos, campesina. — agarre un bolígrafo y se lo tire en la cara. — Y tú, ibas bien hasta que dijiste eso. — dije evidentemente molesta. — ¡Deja de llamarme campesina! — exclamé sulfúrica. — ¿Por qué? ¿Te dan vergüenza tus raíces? — preguntó con un gesto de superioridad. Lo filmine con la mirada. — No se trata de eso. Es el modo en que lo dices, no me parece objeto de burla, y para que lo entiendas, si estoy muy orgullosa de mis raíces. — dije al tiempo que ponía mis brazos en jarra en una posición de seguridad. — Bien. Eres adorable cuando te enojas. — abrí los ojos como platos al mismo tiempo que él también lo hacía, al parecer inconsciente de lo que había dicho, cayendo al fin en cuenta de su error. — yo eh, me voy ya, supongo que no me necesitas para nada más. — negué con la cabeza estupefacta. Él se dio vuelta y se dirigió a la puerta con toda la intención de irse, al tiempo que abría la puerta alguien más entraba, me quedé aún más sorprendida al ver de quién se trataba. — ¡Andrea! ¡Al fin te encuentro! — exclamó él un tanto exhausto. — Señor le dije que no podía entrar, usted no estaba en la agenda de la señorita Moreno. — dijo mi secretaria tratando de alejarlo de la puerta, Simons lo miraba con el ceño fruncido. Extendí mi mano en un gesto. — Déjalo, está bien. Él es mi mejor amigo. — dije preocupada, ella lo soltó y asintió para luego disculparse y marcharse. Por otro lado Simons no dejaba de ver a Víctor un tanto intrigado y curioso. Mi amigo se giró hacia él y asintió en un saludo rápido antes de apresurarse a mí, me dio un fuerte abrazo, me soltó rápidamente y me levanto en sus brazos con sus ojos llenos de alegría, sonreí, estar a su lado se sentía como estar en casa. — ¡Me alegro tanto de verte! — dijo eufórico. Sonreí mientras él volvía a dejarme en el suelo. — También me alegro mucho de verte, pero me sorprende que estés aquí, no ha pasado más de un mes... — él posó su mano en su nuca un tanto nervioso. — Bueno, es que te extrañe... Pero no se trata solo de eso. — volteé los ojos al techo, ya me lo esperaba. — ha habido algunos inconvenientes en la hacienda, además de eso también me casare y quería pedirte que... — ¿Quién es este? ¿Otro campesino? — la voz grave de Simons interrumpió la petición de mi mejor amigo. Suspire ante su ofensa mientras que Víctor se giraba hacia él con cara de pocos amigos. — ¿Y tú quien eres? — preguntó Víctor molesto. — ¿Acaso eres su novio? Qué carajos te importa a ti quién soy yo. — dijo adoptando una postura desafiante, y Simons no se quedó atrás, ahora ambos estaban dispuestos a pelearse a los golpes si fuera posible. Me pare justo frente a ellos, carraspee mi garganta y hablé antes de que alguno de los dos diera el primer golpe. — Víctor. — dije llamando su atención, él me miró. — este es Steven Simons, mi padre lo ha puesto como mi guía para que yo pueda asumir el cargo. — le informe, Víctor frunció el ceño confundido. — ¿Y por qué ponen a alguien a enseñarte? Si tú eres una persona muy capaz, tienes todo lo necesario para ser quien tenga el cargo. — dijo mi amigo con un aire de molestia e indignación en su voz, sonreí halagada. — Ya veo, ¿Cómo no me di cuenta? Este seguramente está enamorado de ti. ¿Te fuiste y dejaste a tu novio, campesina? — evidentemente lo decía para que me ofendiera. Respire profundo con la intención de responderle, pero antes de que pudiera hacerlo Víctor lo tomo del cuello de su camisa y lo levanto, mi amigo era bastante explosivo cuando se trataba de las personas que quería. — ¿Por qué no mejor te largas? Deja de estar suponiendo cosas. Según lo veo yo, eres tú quién no soporta dejarla sola con otro hombre, porque si no recuerdo mal, estabas a punto de irte cuando llegué. — dijo Víctor, furioso. — ¡Sueltame ya mismo, imbécil! — exclamó entre dientes Simons, por su rostro era evidente que tenía ganas de pulverizarlo. — Víctor, sueltalo. — le pedí. — el señor Simons ya se iba, tienes razón. — Víctor suspiro pero hizo lo que le pedía, Simons empezó a arreglarse el traje furioso. — Salvajes. — dijo furioso, antes de girarse hacia mí por última vez. — espero que esto no arruine el plan. — dijo antes de marcharse. Victor me miro confundido, suspire y despeine mi cabello. — Por favor, siéntate. — le pedí. — ¿A qué se refería ese tipo con eso de que no arruine el plan? — pregunto confundido al tiempo que se sentaba en el sofá, me senté frente a él, suspirando. — Creo que no es algo que importe mucho. — dije resignada. — Claro que sí. Dime si te están chantajeando o te obligan a hacer algo que no quieres, yo le daré su merecido. — dijo tanto como preocupado como a la defensiva. — Basta, Victor. Lo que me gustaría saber es: ¿Por qué estás aquí? — pregunte cambiando de tema de inmediato. — Bueno, lo que pasa es que ya sabes que me casare. — la noticia me cayó como un balde de agua fría. ya lo sabía, pero aún guardaba la esperanza de que se diera cuenta de que ella no era para él, pero al parecer no, mi rostro debía ser de evidente decepción porque él se acercó a mí, de cunclillas frente a mí me miro con un deje de preocupación, mi cabello caía frente a mi rostro, él lo retiro y lo acomodó detrás de mi oreja. — ¿Qué pasa? ¿Es por la hacienda? Suponía que era algo que te iba preocupar, pero por eso estoy aquí. — apreté mis ojos para contener las lágrimas y me pregunte como podía ser tan ingenuo. ¿Aquél momento en mi despacho? ¿No había significado nada para él? — ¿Qué es lo que propones? — dije levantando la vista y evitando el contacto con él, esquivando su mano en mi rostro y sus hermosos ojos que tanto me gustaban. — Bueno, hay un trabajador que ha sido mi amigo casi desde el mismo tiempo que tú y yo lo hemos sido, pensé que él podría reemplazarme en mi luna de miel, por suerte mi casamiento será después de el horario laboral y dejaré todo en perfecto orden para tener el tiempo disponible. — respondió él con una sonrisa en el rostro. Lo mire por un segundo, resignada. — Esta bien, si necesitas algo más solo pídemelo. — dije levantando el rostro. Él sonrió como si hubiera estado esperando esa respuesta. — Que bueno que lo digas, hay algo más que quiero pedirte. — dijo él, abrí los ojos sorprendida esperándome lo peor. — no te preocupes, este es más bien un favor personal. — asentí, curiosa. — Me gustaría pedirte que seas la madrina de mi boda. — fruncí el ceño confundida. — es que Mariana no tiene amigas, así que decidimos que yo me encargue de la madrina y ella de el padrino. — solté una risita, me fue inevitable, él no se daba cuenta, la razón por la que ella no tenía amigas era porque se ligaba a los novios de sus amigas. — Pero yo no he sido muy cercana a Mariana. — me excuse. Él suspiro, se peino el cabello con la mano y me miró con ojos suplicantes, tomo mis manos entre las suyas, mire aquel gesto, pero me solté de su agarre con suavidad y me puse de pie, dándole la espalda. Él también se puso de pie, detrás de mí un poco más cerca de lo habitual, situó sus manos en mis hombros, como si quisiera retenerme. — Pero eres cercana a mí. — se había acercado tanto que puso su rostro en el hueco de mi cuello, sobre mi hombro derecho. Me gire lentamente quedando entre sus brazos y muy cerca de su rostro. — ¿De verdad lo soy? — dije con una mirada inocente, dicho acercamiento lo puso incómodo y un tanto nervioso, me pregunté: ¿Qué estoy haciendo? y al mismo tiempo me respondí que quería saber qué era eso que había ocurrido esa vez en mi despacho. — Eh, sí... Claro que sí, lo sabes. — titubeó en respuesta. Rodeé su cuello con mis brazos dejándolo atónito, sus ojos desconcertados estaban fijos en mis labios y por un segundo supe que también quería lo mismo que yo. Entonces lo hice, sin pensarlo dos veces junte mis labios con los suyos en un tierno beso, quería que supiera lo que había guardado por tanto tiempo, que sintiera lo que yo, pero aquel beso no duró más de dos segundos antes de que yo recapacitará. — ¡Demonios! ¡¿Qué hice?! ¡Lo siento tanto! Lo hice sin pensar. — intente excusarme, pero sabía que él no lo entendería. — te vas a casar. — susurré más para mi que para él. Aún desconcertado intento acercarse a mí pero se detuvo de inmediato. — No estaba seguro de si era verdad que sentías algo por mí, osea, es algo que escuche mencionar hace algún tiempo, pero no sabía que fuera verdad. Lo siento mucho, André. — desvíe el rostro hacia un lado evitando su mirada, pero él por fin decidió acercarse y agarrar mis brazos para tener toda mi atención. — aún así quiero que vayas a mi boda, aunque si es mucho para ti, prometo que no te haré pasar por tanto. — dijo mi mejor amigo con una mirada triste. — No lo sé... debería pensarlo. — respondí sin un mínimo de valor para verlo a la cara. Lo vi titubear por el rabillo del ojo, pero en ese momento alguien abrío la puerta de par en par. — Iremos a esa boda, nos beneficiará como pareja. — dijo él, tanto Víctor como yo nos giramos sorprendidos, no sabría decir quién estaba más sorprendido que el otro. Simons se acercó con pasó seguro, pude notar que se había cambiado el traje, por lo visto era verdad que no le gustaba estar desaliñado. Víctor me soltó de su agarre justo a tiempo puesto que Simons me abrazo de costado, pasando su brazo por detrás de mi nuca. — ¿Ustedes dos? — preguntó Víctor señalandonos a ambos. Mire a Simons confundida. — ¿Cómo dices? ¿Qué no has visto los titulares? estamos saliendo. — dijo con seguridad. Me sonroje de inmediato, si hubiera sabido que diría algo así, jamás habría tomado el impulso de besar a Víctor, y lo peor no era eso, era que Víctor también me miraba como si me estuviera haciendo la misma pregunta.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR