Annie. -¡Sebastián para, detente!- Le grite al hombre que golpeaba sin descanso al chico del que alguna vez yo me había enamorado. Y no era como si lo culpara por todo lo que estaba sucediendo, al fin y al cabo, Nathan se había estado comportando como un mismísimo imbécil, y supongo que incluso debo darle las gracias a Sebastián por haberlo apartado de mí, por haber hecho que mantuviera su distancia, pero aunque Sebastián no hubiera aparecido, yo no habría permitido que Nathan se acercara mucho más a mí. Su contacto físico me quema, me calcina la piel. Y ahora estoy aquí, envuelta entre una bola de cavernícolas que no saben cómo más arreglar sus problemas si no a golpes. -Ustedes ¡Deténgalos! ¡Hagan algo! - Les grito al par de imbéciles que están de espectadores mientras apuestan