Mi panza era gigantesca, la doctora me revisaba constantemente, tenía dolores todas las noches aunque decía que eran normales por que los mellizos eran híbridos. – ¿No puedes dormir otra vez? – pregunto Adam. Me sente en la cama y negué con la cabeza. – te duele nuevamente. – suspiró y me miro serio. – lo siento. – fruncí el ceño. – ¿Por qué lo sientes? – pregunté extrañada. – Es mi culpa que estés así. – dijo viendo mi estómago. – No es tu culpa, me duele por que pronto nacerán... – tome su mano ya que estaba sentado a un lado de mi cama. – ¡Ah! - grité. Adam se alarmó y lo escuché quejarse también, mire su mano y estaba sangrando, había clavado mis uñas en su mano debido al dolor que me causaba. – lo siento. - dije entre quejidos. – me duele, me duele mucho. – puse mis manos en mi