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884 Palabras

—¿Y bien? —me insistía Gemma tras la puerta del baño—. Venga que no puedes quedarte a vivir en el baño. —¡Me queda fatal! —Que no, j***r, sal ya. ¡Diego! —chilló—. ¡No quiere salir y llegamos tarde! ¿Por qué metía a Diego? El vestido me quedaba mal y punto. Por mil vueltas que diera frente al espejo no había forma de que me viera bien. Golpeó la puerta del baño con los nudillos y su voz grave atravesó la madera. —Abre la puerta —me ordenó. Era increíble lo que hacía en mi. Quité el pestillo y entró cerrando la puerta detrás de él. Nuestro baño era grande, gigante me parecía a veces con un amplio espacio en el que ya había dado mil vueltas. —No me gusta para nada, no quiero ir así a la boda. —Nora no me jodas, estás preciosa, eres la mujer más guapa que hay. —El vestido me queda h

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