La vida tras la universidad se me dio bien. A eso de un mes después de la graduación entré a trabajar en la empresa en la que hice prácticas y me costó un poco cogerle el ritmo. Al final lo conseguí y para el verano ya me sentía toda una mujer adulta. Quizás tardaba algo más en hacer las cosas como contestar al teléfono o en tener algo de tiempo para los demás mientras me adaptada. Por eso decidí pasar de sorpresa al club. —Las sorpresas por aquí no tienen nada de bueno —me había advertido Sheila. Pero yo cogí el coche cuando salí de trabajar, pensé que llegaría para tomarme una cerveza con mi padre y dormir con Diego porque no había tenido mucho tiempo para ellos. Llegué a las once, la música del bar ya resonaba cuando aparqué y me retumbaron los huesos del cuerpo al empujar la puerta d