James me gana por décima vez a las cartas y lo miro mal, intentando saber si hace trampas o es que tiene algún truco. Él suelta una carcajada y sé que se está quedando conmigo, por lo que dejo las cartas sobre la manta de picnic y me cruzo de brazos. — Ya no juego más contigo —digo. Mi acompañante, en vez de disculparse o por lo menos dejarme ganar una vez, se echa sobre la manta y empieza a reírse como si no hubiera un mañana. Alzo una ceja en su dirección e intento seguir seria, pero no lo consigo. Le doy en su pierna y él se limpia las lágrimas inexistentes por la risa. — Sí, estaba quedándome contigo. Siempre tengo un as bajo la manga. — ¡Qué tramposo! —Le tiro una carta y él no quita la sonrisa de su rostro— Eso no se hace. — Ha sido divertido verte perder una y otra ve