Richard Lentamente me incliné y lamí el clítoris de Hazel una vez más, ahora era enorme, sin duda buscando una liberación y mi pene palpitaba que ahora era doloroso. Chupé su clítoris, amando cómo se movía debajo de mí y cómo sus gemidos se llenaban por todas partes. Justo cuando la sentí venir, la dejé ir y ella siseó de insatisfacción. Le sonreí -no te preocupes cariño, es hora de la verdad- Me senté de nuevo en la bañera y agarrando su mano, la levanté -Quiero que me montes- susurré, llevándola a mi polla anticipada. Ella colocó sus piernas a cada lado de mis muslos y yo coloqué mis manos en su cintura, la vista frente a mí era tan tentadora que tuve que tragar saliva, llevándola lentamente hasta mi polla en espera. Ambos cerramos los ojos ante la unión y durante los siguientes segund