—Leonardo ¿qué se supone que estás haciendo? —lo interroga Morgan. Leo sonríe y me da un beso en la cabeza. —Lo siento Sr. Morgan, pero Terry es la única mujer que he amado en mi vida, y llego la hora de que seamos felices con nuestro hijo —dice señalando al bebé—. Hace unos años mi padre me obligó a dejarla, pero ahora que la encontré no pienso dejarla ir. Morgan trata de acercarse y él presiona la pistola contra el bebé. —No des un paso más, no dudaré en disparar. Le hago señas con los ojos a Morgan para que no intervenga. —Despídete de ellos Morgan, porque jamás volverás a verlos, ahora me pertenecen. El elevador comienza a cerrarse y bajamos al estacionamiento. —Hubiera preferido que tú esposo no nos viera, ahora mis planes tendrán que cambiar. —Leo, esto es una tontería,