Ezel Lennox
Suben a Elek Smith en la camilla, y bajamos del auto juntos, con un silencio tenso que parecía pesar más que el mismo metal del vehículo.
—Debo ir a ver a Nivis —dice Einer con voz firme—. Tú, vigila que nadie altere la escena —le indica a Einar con determinación.
Los guardias intentan frenarnos al principio, hasta que nos reconocen y, casi a regañadientes, nos dejan pasar. La zona es solitaria y descuidada; apenas hay cámaras, y las pocas que existen no cubren ni la mitad del lugar. Ryder se acerca, dando órdenes con voz clara pero siniestra, tratando de mantener el control sobre la confusión que reina.
—¿Estás a cargo del caso? —le pregunto a Ryder antes de que él haga sus preguntas rutinarias.
—Sí —responde—. Me llegó una llamada de mi hermano antes de la explosión. —Ay
