Aonyx Entramos a un salón que, desde el primer vistazo, resulta exageradamente elegante, como si cada detalle hubiera sido pensado para hacerte sentir fuera de lugar. Las paredes altas, los espejos dorados, las lámparas de cristal colgando del techo, todo brilla con una perfección tan medida que abruma. Mara camina detrás de mí en silencio, mientras Fadyx se adelanta con paso seguro y va directo a hablar con una mujer que parece aún más elegante que el propio salón. La mujer asiente cuando Fadyx le dice algo — no logro escuchar qué — y luego ambas giran hacia mí. Se acercan. Mi corazón empieza a latir un poco más rápido. Fadyx lleva una sonrisa radiante, tan perfecta que me desconcierta. Parece otra persona, como si no fuera ella quien hace apenas unos días me abofeteó sin piedad. Sus oj