Fadyx Mayken
Siento el cuerpo terriblemente pesado, como si llevara días intentando despertar. Poco a poco, con gran esfuerzo, trato de abrir los ojos. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que lo intento, pero finalmente, mis párpados ceden. Una tenue luz azulada —proveniente de la luna— se cuela por la ventana y baña suavemente la habitación. Giro la cabeza apenas unos centímetros para observar más del entorno y, en ese preciso momento, un dolor punzante me atraviesa la cabeza como una lanza.
El dolor es tan agudo que mi visión se nubla por completo. Me llevo las manos a la frente, intentando contener ese martilleo implacable en mi cráneo. Y entonces… entonces lo recuerdo.
Kenan y Mayner se marcharon de mi habitación. Yo decidí ir con Ezra. Entré al laboratorio y allí estaban Ilan, Eine
