El día de tu boda tiene que ser feliz y grandioso. El mío no lo estaba siendo porque mi familia faltaba, pero aparte de eso, todo iba viento en popa. Nina se había encargado de organizarlo todo y yo solo había tenido que llamar al peluquero y la maquilladora. Me miro al espejo, ya con mi ropa interior puesta y le sonrío a Inna, que lleva un bonito vestido azul de satén. — ¿Qué hora es? — Queda media hora. — ¿Sabes algo de Mark? — Aun no, vendrá —pone una mano en mi hombro— Vamos, es Mark. Jamás he visto mirar a Mark a nadie de la forma en la que te mira a ti, es como… Si fueras su plato favorito; al menos yo miro así a las hamburguesas. Me río y me giro cuando llaman a la puerta. Nina me da una bata y no tardo en ponérmela. Cuando abre la puerta, Andrey, el padre de

