Grace Anderson Salgo de la última galería de arte de la ciudad que me queda por visitar y cuando entro en el coche miro el dossier con los curriculums en el asiento del copiloto. Había estado toda la mañana yendo de un lado a otro. Y no solo había echado en galerías de arte, si no en cada tienda y restaurante que encontraba. Tenía que volver a hacer mi vida aquí. Lo primero que tenía que hacer era encontrar un trabajo, cuando lo tuviese, buscaría algún piso compartido para dejar de vivir con papá. Aunque allí tenía todas las comodidades, necesitaba mi independencia. Conduzco hacia el restaurante en el que he quedado con Sam, enciendo la radio para hacer más ameno el camino y tarareo la canción que suena en la emisora. No había dejado de conducir en Italia, ya que había alquilado un coch