Nunca había conocido a nadie que hiciera mis piernas temblar y las mariposas revolotear en mi estómago. Me han gustado chicos, por supuesto, pero nada como esto. Nuestro odio mutuo ha pasado de deseo a algo más y no puedo estar más confusa y a la vez emocionada. Lo conozco desde hace meses y lo primero que habíamos hecho había sido echarnos malas miradas, excepto el primer día cuando me ayudó en el club. Después, nos habíamos atraído. Aunque supongo que él siempre me ha atraído porque es sexy e intimidante. Siempre había intentado que no me intimidara, por eso nos llevábamos tan mal. Él me miraba mal y yo intentaba mirarlo peor, aunque supongo que tampoco fui muy simpática al principio. Abro las cajas y empiezo a contar la mercancía, comprobando que está todo. Escucho la puerta y levanto