El día siguiente llegó. Michael no trabajaba, Rose estaba en el extranjero con su padre, y James aún seguía en coma. Shelly comenzaba a entender lo terrible que podía ser que James no despertara jamás. Con las cosas del cerebro no se juega, y la situación podría tener consecuencias más graves de las que imaginaba.
SHELLY: Buenos días Michael… ¿Ya estás preparando el desayuno?
MICHAEL: ¡Así… es! Espero que te guste el omelet…
SHELLY: Claro… Eres muy buen cocinero, de hecho…
MICHAEL: ¿Uh?... Pero, ¿por qué lo dices así como… desanimada? Creí que te emocionaría que un chico guapo te cocinara el desayuno…
SHELLY: Es genial… En serio… Eres genial, Michael… Pero, estoy preocupada por James… Sé que me dolería mucho si se fuera, y se llevaría la mitad de mi alma… pero… ¿Qué tal s
