Sasha, sintiendo que no volvería a hablar con él, se quedó en silencio. Ya eran las dos de la madrugada y el cansancio la inundaba. Sentarse en silencio sin hacer nada no ayudó en absoluto, los párpados comenzaron a cerrarse contra su deseo. Y luchó por mantenerlos abiertos. Michael exhaló un suspiro mientras sus ojos seguían contando el techo, por el rabillo del ojo, vio que algo se movía y sus ojos se dirigieron hacia allí por reflejo, pero no era algo que se moviera, era su esposa la que asentía dormida. Mirándola así, Michael quería reír a carcajadas pero tenía miedo de despertarla. Trató de contener la risa, pero aún se le escapaba de la boca y apretó los labios para acallarla. La vio asentir y su corazón se derritió, una dulce sonrisa se extendió en sus labios, había pasado