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Can Marín salió del hospital el mismo día que despertó y se sentía feliz de estar bien y de poder ver y abrazar a su hija de nuevo. La niña, lo recibió en su casa con unos globos, un cupcake de vainilla y un abrazo que terminó de curar a Can y le fue más efectivo que todo el tratamiento que le habían dado en el hospital.
Su hija se encontraba feliz, tranquila, y solo quería cuidar a su padre, por lo que trajo una pequeña maleta con sus cosas para quedarse a dormir ahí y también cuidar a Astro, que apenas tenía unos días con ella y se había convertido en su mejor amigo.
― Ya no te vas a enfermar así, ¿verdad papá? ― le preguntó la pequeña mientras estaba sentada con él arriba de la cama.
Can
