Un relámpago enseguida ilumina el cielo y en ese breve instante de luz, veo con claridad el cómo Julius apenas logra sujetarse únicamente con los dedos, así que no veo otra opción más que extenderle la mano y ayudarlo a subir, aunque por supuesto, sé que me arrepentiré de mi acto de cortesía. De pronto, cuando Julius ha pisado el suelo estable del balcón, algunas gotas de lluvia gruesa comienza a caer sobre nosotros. Le miro un momento mientras él se recompone, alza la mirada y al ver sus ojos, me percato de que realmente parece afligido. —Romy—le escucho pronunciar, pero su voz ahora me parece un insulto. Él no debería estar aquí y no solo por lo que me hizo, sino porque así es ese es nuestro destino, él es un Carusso y yo una Montteci, deberíamos odiarnos. Me doy media vuelta, con la