Capítulo 39

1625 Palabras

Tomo la fotografía de Vittoria entre mis manos para llevarme algo de ella conmigo. Son las seis de la mañana, los rayos del sol, recién comienzan a acariciar la bella ciudad de Verona, pero al volver la mirada hacia mi habitación, observo un sitio vacío donde la mayoría de mis cosas han sido empacadas y bajadas a un camión de mudanzas para llevarme lejos de mi ciudad natal, lejos de lo que conozco y por supuesto, lejos de mi esposo. —Signorina, Romy—escucho la voz de mi nana que me llama, pero en su voz descubro cierto cansancio, más no como el de alguien que reciente el levantarse tan temprano, sino el de alguien que sufre tristeza y melancolía, tal vez por verme partir de esta manera, para protegerme, según las palabras de mi padre y de la tía Marcella. Aún tengo presente su amenaza, la

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