Por esos días David efectivamente volvió a venir a la capital, pero no nos vimos, pues decidí que iba a concentrarme completamente en cómo concretar eso que tanto deseaba en ese momento: ir a abrazar a mi amiga, quien pronto cumpliría su sueño de ser madre junto al hombre que ama profundamente. Así que aprovechando que era viernes por la noche y que ya habían pasado un par de horas desde que Rafael me había dejado en mi departamento, me dispuse a meter todo lo que necesitaría para estar dos días fuera en una pequeña maleta, y salí rumbo al aeropuerto. Al bajar por el ascensor dispuesta a irme, recordé que mi coche lo tenía Rafael, pues por indicación de Dante, debía transportarme a todos lados y por tanto, se lo llevaba a su casa y volvía a traerlo la siguiente vez que pasaba por mí, que