Capítulo 35

1141 Palabras

Y ya de vuelta en la capital todo volvió a ser como antes de ir a Milán... entre mi asistente y yo reinaba la paz y la alegría durante las mañanas, pero cada medio día y cada final de jornada antes de llevarme a casa, Dante Ricci recibía a Rafael en su oficina y abría dentro de mí las siete puertas del infierno, lentamente y una por una. Tanto, que casi por instinto, cambié mi actitud con él.   No sabía por qué, pero de pronto todo lo que hacía comenzó a molestarme y por momentos, le volví a hablar tan duramente como lo hacía al principio. Creo que él comprendía la situación porque no decía nada cuando eso sucedía, e incluso alguna vez le crucé en el pasillo, justo cuando tenía la mano apoyada en el pestillo de la oficina de mi jefe… de su jefe al que iba a contarle todos mis pasos. En e

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