—¡¿Qué mierdas estás diciendo, padre?! —Kayler se pone de pie y encara a su padre. Todos los presentes nos sobresaltamos por su reacción. Mi corazón empezó a latir un poco más fuerte. —Cálmate, Kayler, no te había querido decir nada porque planeaba hacerlo con todos al mismo tiempo —le responde. —Carolina no está sola... —dice, pero al mismo tiempo parecía que luchaba contra algo dentro de sí mismo que lo hacía querer no defenderme: orgullo—el hecho de que ella y yo no estemos juntos no significa que esté sin manada—Kayler se dirige a mi, cuando pensé que pasaría a la par mía sin siquiera mirarme me sorprendí cuando tomó mi mano y me hizo ir detrás de él. —Oye pero qué... —quise oponerme. —Silencio, Carolina, solo sígueme —y atravesamos las puertas en donde se hacía la reunión. Dios,

