Sebastián tenía la intención de acercarse a Mariana y preguntarle si iría y en caso de decirle que no, igual pensaba invitarla para no desaprovechar la ocasión y si ella aceptaba, ni Camila ni Olivia le impedirían acercase a ella, pero debido a la forma en como se dispersó el público, perdió el rastro de Mariana en cuestión de segundos. Bajo del escenario y empezó a buscarla con la mirada, no sería difícil distinguirla gracias a su uniforme, así que en eso se basó mientras trataba de distinguirla entre la gente.
—¿Me buscabas?—escucho la voz de Olivia y al bajar la mirada, ella se acercó con una sonrisa casual, pero una temerosa de ser tratada de nuevo con indiferencia.
En esta ocasión, Sebastián no dijo nada, aunque lo primero que pensó cuando la vio fue: ¡Joder, ella otra vez!
—Crei que estarías en el estacionamiento—expreso mientras el ánimo y la excitacion de haber compatido un par de miradas con Mariana comenzaba a desvanecer.
—No me costaba nada esperarte—se excuso Olivia mientras buscaba en su mirada algún brillo de desaprobación, pero Sebastián volvió a desviar la vista hacia las personas y en ese breve momento vio a la mayoría del equipo, quiénes no dudaron en acercarse al profesor Sallow.
Sebastián busco rápidamente con la mirada el paradero de Mariana, pero tanto ella como Camila no estaban, solo aquel chico que lo había acompañado detrás del escenario juntos con los demás miembros de su equipo.
—Profesor, Sallow—manifestó el joven con una sonrisa agradable. Se acercó a Sebastian y le extendió la mano para estrecharsela y él correspondió con un apretón fuerte—muchas gracias por haber venido, esperamos no haber sido de mucha molestia, teníamos a nuestro propio entrenador, se suponía qué él daría el discurso de bienvenida, pero se fracturó la pierna y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.
Los labios de Sebastián formaron una tenue sonrisa, no porque se alegrará de la tragedia de ese pobre hombre, sino porque gracias a eso, él había sentido una especie de conexión con Mariana y eso era el acercamiento más próximo qué había tenido hacia ella.
Si, quizás era poca cosa, pero Mariana había demostrado ser una chica extremadamente difícil porque era claro que a ella no le interesaba en lo absoluto un hombre como él y aun así, Sebastián no pensaba rendirse, no después de haber visto la forma en como lo había observado.
Había visto esa mirada en otras chicas, su mirada tenía un brillo de interés y fascinación, era una mirada qué llegaba antes del enamoramiento, así que aunque había perdido el paradero de Mariana, la situación lo había emocionado, más de lo que quería admitir.
—No fue nada, de hecho fue un placer para mi poder acompañarlos, espero que sea un buen año para ustedes—expresó con una sonrisa blanca asomándose de entre sus labios.
—Queríamos saber si le gustaría asistir a la celebración qué sé llevara a cabo en un bar cercano en la avenida principal de la ciudad. Algunos de nosotros iremos después de cambiarnos el uniforme—expresó el joven quien aparentemente era el líder de los demás y Sebastián paso la vista por encima de ellos y enseguida se le ocurrió una idea para camuflar su interés por Mariana con esa dichosa celebración.
—Por supuesto, también tengo que agradecerle a la señorita Aguilar por invitarme y...—se quedo en silencio mientras fingía buscarla entre ellos—¿En donde esta?
—¡Oh! Sucede qué algunos miembros del club deportivo van a ayudar en el bar para que no exista ningún inconveniente por parte de ningún alumno y tanto a Mariana como a Camila les toco, aunque la elección fue al azar, van a estar con otros miembros de los demás equipos.
—En ese caso si la veo le daré las gracias. Fue un placer conocerles—expresó Sebastián dándole un último apretón de manos para después girar hacia Olivia cuando los alumnos se marcharon. Ella había escuchado todo y miraba a Sebastian con cierto excepticismo.
—¿Te gustaría ir al bar?—propuso Sebastián y por un momento hubo un pequeño silencio entre los dos. En Olivia se dibujo una sonrisa, pero Sebastián mantuvo una expresión más serena. No estaba feliz de tener que llevarla consigo, pero ya la habían visto con él, así que llegar sin ella sería descortés y daba de que hablar.
—Por supuesto—respondió Olivia mientras se colgaba de su brazo.
Ambos salieron del recinto y caminaron entre la gente hasta llegar al auto. Sebastián aprovecho su compañía para preguntar cual era ese bar ya qué en la ciudad había muchos y Olivia lo guio justo a un bar de nombre Blue.
No quedaba muy lejos, era tan amplio qué tenía su propio estacionamiento. No tardo en reconocer a algunos profesores con los que se había encontrado en el evento y al entrar acompañado de la señorita Olivia, no tardo en encontrar a Mariana en la recepción, luciendo un vestido n***o ajustado qué envolvía su figura, pero con ella estaba Camila luciendo el mismo vestido como parte de un uniforme acordado por ellas y los demás alumnos que había sido, técnicamente obligados a asistir como organizadores del evento.
—¡Mariana! —dijo Olivia sin soltar el brazo de Sebastián, como quien lleva un premio qué recién gano para que nadie se lo quite.
Mariana, instintivamente giro siguiendo la voz de su psicóloga y al verla sonrió, pero fue una sonrisa automática, no espontánea o natural debido a la presencia de Sebastián al lado de ella.
Cuando Sebastián y Mariana cruzaron una mirada, eso basto para que Sebastián se diera cuenta que la pequeña chispa qué había nacido entre los dos, de pronto se había desvanecido y eso por un momento lo quebró.
No dijo nada, no sé atrevió mientras Olivia saludaba a su paciente y luego se despedía de ella como si fueran las grandes amigas. Cuando Olivia termino, tomo la mano de Sebastián y prácticamente lo obligó a caminar mientras él la observaba por última vez, entre arrepentido o desilusionado.
Mariana no volvió a dirigirle la mirada y claramente ni siquiera lo saludo, aunque ya no tuvo tiempo o al menos eso es lo que Sebastián pensó porque seguía recibiendo a la gente.
La música comenzó tranquila mientras los primeros tragos empezaban a circular entre las mesas. Sebastián tomo dos vasos de whisky mientras Olivia parloteaba sobre los profesores qué habían asistido y murmuraba sobre ellos como si a Sebastian le importara.
Él sentía con la cabeza e incluso a veces soltaba una ligera sonrisa en respuesta a lo que Olivia decía, pero en realidad su cabeza no estaba ahí, su concentración estaba en otro lado, tratando de localizar a Mariana.
La había visto un par de veces, llevando bolsas de hielo, botellas de agua gasificada, llevando servilletas y diciéndole a los empleados del bar quienes necesitaban ser atendidos.
Cuando ella pasaba, Sebastián esperaba que ella girará en su dirección, que le dirigiera la mirada al menos una sola vez, pero eso nunca ocurrió, así que siguió bebiendo hasta sentirse mareado.
Estaba tan decepcionado de si mismo que el alcohol era el mejor aturdidor y él rara vez permitía dejarse llevar por el alcohol o peor aún, dejarse llevar por el alcohol debido a un desborde de emociones ocasionados por una chica.
Era patético, nunca antes había tenido la necesidad de comportarse así, pero ahí estaba, como un estúpido bebiendo por nada.
—Ahora vuelvo—se levantó de la mesa mientras Olivia lo miraba algo desconcertada.
—¿Adonde vas?—cuestiono mirándolo de arriba abajo analizando si estaba en condiciones para poder levantarse solo.
—Iré al sanitario, vuelvo enseguida—mintio. No necesitaba el baño, sino alejarse de ella, así que camino entre la gente que ya bailaba gracias al poder del alcohol. Los mexicanos y en general los latinos tenían esa habilidad de poder celebrar con un ambiente qué sé sentía acogedor, pero en ese momento, Sebastián no pensó en el ambiente sino en una forma de poder acercarse a Mariana.
Camino por un pasillo en donde la había visto por última vez, estaba seguro que si continuaba la encontraría organizando y dando ordenes a los empleados, pero antes de poder ir más lejos, sintió una especie de jalón qué lo obligó a entrar a una habitación semioscura.
Era un especie de guardarropa para los clientes del lugar, también había bolsas y cascos de motocicleta, tal vez de los que habían llegado en una. Sebastián detectó inmediatamente qué sé trataba de una mujer quien lo había jalado y encerrado con ella. La miró, pero la tenue luz apenas alcanzaba para ayudarle a ver ese mismo vestido qué llevaba Mariana, pero no los detalles del rostro de la chica frente a él.
—¿Qué haces?—cuestiono al ver que aquella chica se arrodillaba ante él y movía sus manos ágil mente por su bragueta.
Sebastián se resistió o al menos lo intento una vez, luego se detuvo mientras su mente imaginaba que la chica a sus pies era aquella a la que tanto deseaba. Mariana.
Ella finalmente saco la prueba de su virilidad y él estaba tan excitado qué ya estaba completamente duro qué enseguida comenzó a lamerlo con devoción, aunque su boca no tenia el suficiente espacio para contener todo lo que él tenia por ofrecer, así que se apoyo de su mano para tratar de darle placer.
Sebastián se apoyo de la pared para que su cuerpo no flaqueara, estaba tan encantado qué sus manos encontraron algunos abrigos colgando y él sostuvo la tela al sentir que estaba por correrse, pero entonces alguien abrió la puerta y encendió la luz de aquel pequeño y casi axficiante lugar. Aquella persona era Mariana y ella se quedó inmóvil al ver aquella incomoda escena.
Sebastián sintió un horrible escalofrío recorrer su cuerpo cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando. Inclino la mirada y entonces, al ver la chica que estaba de rodillas vio a el rostro de Camila.