Capítulo 28. La cena.

1029 Palabras

Esa noche Sebastián soñó con ese momento, en como sus manos se habían posado sobre la curvatura de sus glúteos. En su aliento, incitándolo al deseo y en sus labios, acariciando los suyos como una droga, que apenas había probado y ya se había vuelto adicto. Pero cuando despertó, tuvo la desagradable sorpresa de que Mariana no estaba ahí, a su lado. Pudo tenerla esa noche, besarla, tocarla, convencerla de huir de ahí y llevarla a su casa para consumar su más ardiente fantasía, pero su maldita moral le había ganado la batalla. Pese a que había dejado pasar, quizás su única oportunidad, su humor no decayó, de hecho tenía el suficiente para levantarse y hacer ejercicio durante más de una hora. Su cuerpo, el cual le recriminaba por no haberle cedido la oportunidad de acostarse con Mariana, ne

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