Ragnar se levanta bien temprano a la madrugada para hacer sus ejercicios matutinos. Katrina despierta algo aturdida, tiempo después, mira a su lado y ya no encuentra a Ragnar. Le cuesta creer que tenga fuerzas para ejercitarse luego de cómo se veía anoche. Ese hombre es totalmente impredecible para ella. Bufando va hasta el sanitario, se lava la cara y luego camina hasta el gimnasio. Ella niega al verlo hacer esas poses de yoga que a ella le parecen simplemente imposibles de hacer. Un hombre tan grande con esa elasticidad y resistencia no se ven todos los días. —Buenos días, preciosa —La saluda él sin voltear a verla—. ¿Quieres acompañarme? Te hará bien estirarte un poco. —Otro tipo de estiramiento me vendría mejor —responde ella mientras ojea un poco por el sitio. Es grande, bien il