Prejuicios

2137 Palabras

Yo no sirvo para nadar. Nunca serví, y nunca serviré. Mi única especialidad en el agua es nadar a lo perrito. La última vez que intenté aprender, terminé inconsciente, tirada en la arena con más agua dentro de mi cuerpo que litros de sangre… y un salvavidas de fétido aliento tratando de reanimarme. Pero Alfonzo no entiende ninguna de estas razones, me quiere enseñar a nadar, porque dice que tengo que aprender a confiar en él y esa es la mejor forma. En quien no confío es en mí. Mis brazos son torpes por sí solos y mis piernas tienen menos coordinación que gato con patines. Encima, tengo que usar traje de baño. Yo, que odio mostrar mi cuerpo, yo, que nunca me ejercito, yo, que… —¡Apúrate y sal! —Alfonzo golpea la puerta de mi cuarto. —¡No estoy segura de esto, Alfonzo! —¡Yo sí! ¡Sal

Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR