—Shhh no digas nada —susurró en mi oído esa voz que tanto conocía. Era Nick, ¿qué mierdas hacía aquí y qué ganaba con esto? —Hmm —me quise zafar. —Te soltaré pero no grites —pidió. Asentí nada más para que me soltara. Cuando me suelta por fin me giré a él completamente enojada. Nicholas me recorrió de pies a cabeza, pero esta vez solo miré enojo. —¿Qué mierdas te pasa, Nicholas? —espeté. —¿Qué mierdas te pasa a ti? ¿Por qué estás en ropa interior en medio del bosque con Nate? ¿A que estás jugando, Elizabeth? —su tono era frío. —A ver, en primer lugar... —recordé lo que me había dicho Nate hace rato—... No estoy en horarios de oficina, señor Miller, y en el contrato que firmé no decía nada sobre mi vida amorosa. Así que no entiendo por qué se pone así —le hice saber con toda la seried