Pasamos armando un plan toda la semana, reforzamos la seguridad.
—¿Crees que en realidad vaya a funcionar esto? —mi esposo se encuentra ansioso con el plan, pero no hay otra forma de salvarnos. Debemos atacar primero.
—Confía en mí, estaremos bien —mis manos acunan su rostro y mis labios tocan los suyos en un casto beso. —Pronto terminará.
—Ok.
Antes del ataque, vamos por un helado. Quiero disfrutar tan solo un día normal con mi familia.
Estamos sentados en unas bancas del parque, Megan juega con la arena y hace castillos. Ella ni recordara nada de esto que sucede con nosotros.
—¿En qué momento nuestra vida se convirtió un capítulo de la mafia italiana contra la rusa?
—Lo siento, por involucrarte en esto.
—No, amor. Perdónenme ustedes, tuve la culpa el aceptar ser socio de un c
