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1939 Palabras
El próximo fin de semana Becky se había derrumbado en mis brazos, quise llamar al hospital, pero sabía que ella no me lo iba a permitir, solo esperé a que despertara. Cuando lo hizo ella me dijo. —Otra vez, ¿verdad? —Asentí. No era la primera vez que se desmayaba, el bebé y el tumor estaba matándola. —No te preocupes, pronto acabará. No estaba de acuerdo con ello. —Becky… —sacudió la cabeza. Sabía lo que le iba a decir. Que le dijera a Randy y buscara ayuda. —Solo quiero proteger a mi bebé —tocó su vientre. —Él lo es todo para mí. Tu sabes eso, no me pidas que lo dañe. —Solo estoy pidiéndote que busques una segunda opinión. —Ya lo he hecho. Y me ha dicho lo mismo que el anterior. No puedo curarme sin antes dañar a mi bebé. Es mi bebé o soy yo. Uno de los dos tiene que sufrir, y elegí ser yo. Lágrimas empañan sus mejillas, me sonríe tristemente. —Sé que lo comprendes. Lo hago. Porque mi bebé es todo para mí. Salimos a tomar un café fuera de casa, estaba sofocándome sin aire fresco. Hablamos sobre cosas de libros que no nos dimos cuenta que cierta pelirroja había llegado también al lugar que estábamos nosotras. —Susy ha vuelto. —Susurré a Becky. Miró disimuladamente, por si se le puede decir así a que giró el rostro como el exorcista para mirarla, una vez que le dije que estaba aquí. —Perra. —Veo que sigue siendo la misma zorra de siempre —Había llegado un hombre y estaban conversando alegremente. Nosotras estuvimos todo el tiempo mirando hacia su mesa, susurrando malas palabras para ella. Cuando la pareja se levantó y el hombre fue a pagar, ella se nos acercó. —Sé que soy tan hermosa que es imposible dejar de mirarme. Pero necesitan buscarse una vida arpías panzonas. Becky se levantó de su silla para enfrentarla. —¿Cómo nos llamaste? —Sigues siendo igual de estúpida. De seguro el crío que llevas dentro se te ha subido a la cabeza que ahora ni puedes procesar lo que se te dice. Becky estampó una cachetada en su rostro, que todos los que se encontraban alrededor se giraron al escuchar el ruido sonoro. Su cara no tenía precio. Me levanté para ayudar a mi amiga cuando la zorra levantó la mano para regresarle la bofetada. Y fue cuando mi mente brillante se encendió. Me tiré al piso cuando nadie veía. —¡Ayuda! Esta mujer está atacando a dos mujeres embarazadas, por favor ayúdennos. Me ha golpeado. Becky se puso a mi lado preocupada. —¿Estás bien? —Deja que le dé una probada de su chocolate a esta zorra, y se dé cuenta con quién trata. —¡Por favor, ayúdennos! ¡Mi bebé! Ay por dios, me duele —lloriqueó Becky. Susy estaba asustada, todos estaban mirándole y susurrando que era una mujer desagradable por hacernos esto. Mi interior reía triunfante. —Me duele la panza, ¡Que alguien haga algo! Nos va a matar. Susy seguía con la mano arriba y se dio cuenta de ello bajándola. —Eso no es cierto ¿por qué hacen esto? Levántense cerdas —todos la escucharon. —¿Cerdas? Somos madres, estamos embarazadas. ¿Cómo te atreves a llamarnos así? Dos hombres se acercaron a nosotras a ayudarnos y nos levantaron. —¿Qué sucede con usted? Ellas están embarazadas, debería darle vergüenza llamarles así. Que mujer tan ruina. —Su boca abierta no tenía precio. Su pareja llegó y vio la escena. —¿Qué sucede aquí? ¿Susy? —Ellas empezaron. Estaban criticándome. —Nosotras ni la conocemos —fingimos mi amiga y yo. —Usted nos empezó a agredir y a insultar. —¿Es cierto, Susy? -¡NO! Ellas están mintiendo. —No sabía que eras así de cruel. Que odiabas a las embarazadas. El hombre se veía molesto. —Mi hermana está embarazada también ¿así la ibas a tratar cuando te la presentara? -¡No! Greg, escúchame. Ellas están mintiéndote. —Nosotros vimos que las empujó y estaba insultándolas —dijeron los chicos que nos ayudaban. Dos ángeles. —Ni pensar que me iba a casar con una mujer así como tú. Salió del lugar, y Susy estaba casi llorando, lo siguió pidiéndole que la perdonara. —Gracias, chicos. —Ustedes mentían. -¿What? —Nosotros vimos que ustedes la miraban, pero escuchamos lo que les dijo. Así que decidimos ayudar —nos guiñaron ambos. —Debió ser una enemiga de la cual debían vengarse. —Sonreímos. —Es una arpía —Dijo Becky. —Pero las embarazadas casi siempre tienen la razón y hay que concederles eso ¿no? Reímos. —Claro chicos, nunca se metan con una embarazada porque saldrán perdiendo. —Gracias por la advertencia. Se despidieron. —Unos ángeles. —Hermosos. —Sí, verdad. Estaban guapísimos. —Las escuchamos —gritaron a la distancia. Nos reímos. Un día genial. Conocimos a dos ángeles guapísimos. Y nos vengamos de Susy. Lo que te beneficia estar embarazada. *** Las cosas con Becky iban a peor, su estado estaba empeorando. Aunque Randy seguía pensando que era el embarazo, yo sabía la verdad. El día había llegado. Cuando Walter nació fue un día soleado y hermoso. Se me llenaron los ojos de lágrimas, era un niño hermoso, estaba segura que sería igual a su madre. Más adelante no me equivoqué. Se parecía tanto a Becky que ahora que lo veo, la veo siempre a ella. Y de todo lo que soportó para traer al mundo a Walter sano. Le costó la vida a ella, pero sé que ella no quería que pensara de esa forma cuando viera a los ojos a Walter. Porque no la mató él, la mató un accidente de auto. Ahora simplemente cuando lo veo, sonrío y le beso en la coronilla. Me hace feliz saber que tiene a su padre y su hermana. Hoy debería que reunirme con mi amiga en su casa, porque estaríamos haciendo cosas de amigas y cuidando a nuestros hijos, mientras chismeábamos de alguna revista. El portón doble se abre dejándome pasar, bajo del auto que Fredy maneja, y me despido con un beso. Becky llega y lo saluda. Después entramos juntas a la casa. Aileen está jugando con su juego de mesa sola, mientras Walter yace en los brazos de su madre babeando un juguete. —Haz llegado justo a tiempo. —Me da a Walter. —Necesito que lo cuides por unos minutos, necesito bañarme. Estoy asquerosa y Randy no tarda en llegar, huelo a leche agria —su rostro se arruga en asco. —No te preocupes, ve y ponte guapa. —Ánimo. Ella sale corriendo escaleras arriba mientras yo voy hacia Aileen y la saludo. —Espérame —está concentrada en formar palabras en su juego. Sus cejas se juntan concentradísima en lo que hace. Me siento y espero, cuando termine se levanta y me sonríe como una ganadora. Esta niña es como un genio que sabe por dónde empezar. —Hola tía, Emma —me da un beso en la mejilla. -Hola hermosa. ¿Qué hacías ahí? —Señalo el juego de mesa que ha sido completado por ella. —Solo jugaba — se encoge de hombros restándole importancia. —Iré a la cocina ¿quieres algo? —Una gelatina, estaría bien. Tomo la caja del juego de mesa y le doy la vuelta. Es un juego de mesa para mayores de 6 años. Ella ni tiene 6 años. Estoy sorprendida. Tenemos en casa a una niña asombrosa. Cuando está de vuelta le pregunto. —Es un juego para mayores de 6 años, ¿cómo has podido resolverlo? Bebe de su jugo con popote con indiferencia. —Es solo un juego tía, cualquier podría hacerlo. No tiene mucha ciencia, hasta un niño de mi edad puede resolver los acertijos que contiene esa caja. —Sorbe de su popote. Me he quedado asombrada. —¿Tienes amigos? ¿Sales con ellos? Se encoge de hombros. —No quieren jugar conmigo porque no me gusta prestar mis juguetes. Así que no. —¿Cómo te sientes al respecto? —A veces un poco sola, pero tengo mis juegos de mesa y a mi papá que siempre me consiente. —Pero a veces hace falta un amigo en el cual puedes confiar y contar tus cosas. Para eso son los amigos, y todos tenemos uno en la vida. —No todos son tus amigos. Jenny traicionó a Nancy, y eran mejores amigas desde que andaban en pañales ¿eso es ser amiga? Si es así, no quiero tener una amiga falsa. —Se terminó su jugo —disculpa tía, pero tengo que ir a hacer mi tarea. Se levantó del mueble y se fue a su habitación. Mi cara lo decía todo cuando llegó Becky después. —¿Sucede algo? —Me quitó de los brazos a Walter y le dio de comer. —¿Aileen no tiene ningún amigo? -No. Dice que no le hacen falta. —¿Y eso no te preocupa? —Ya hemos hablado con un profesional y nos ha dicho que dejemos que ella se abra sola en el mundo social, nosotros la hemos ayudado haciéndole fiestas de cumpleaños e invitando a sus amigos a casa y pijamadas. Pero son pocos los que vienen. Y ella nos dijo que dejemos de hacer eso, de comprarles amigos. —¿Lo dijo así? —Asintió con tristeza. —Piensa que compramos a sus amigos para que jueguen con ella, cosa que no es. Así que dejamos de meternos en su vida social. Si ella encuentra alguna vez a una persona que quiera ser su confidente, entonces ella no los hará saber. Solo espero que sea una buena influencia. Becky no vivió tanto para ver a la persona que sería su confidente de su hija. Y ahora sigue sin haberlo, porque Aileen no ha tenido una mejor amiga, solo "amigos" Esa tarde hablamos de muchas cosas, recordamos nuestros días de fiestas y muchas cosas buenas. Nuestras vidas cambiado tanto hasta ser irreconocibles, yo nunca me imaginé casarme con uno de mis amigos, y Becky nunca se imaginó casarse, ella siempre decía que moriría en una casa con millones de libros a su alrededor, que cuando estaba vieja y llena de experiencias de la vida, de los viajes que haría por el mundo, ella los tatuaría con tinta en papel, escribiría de las cosas que pensaba fueron buenas que el mundo supiera. Les daría un pedazo de su vida a esas personas desconocidas que encontrarían su libro en un estante abarrotado de libros, y muy en el fondo yacería el libro de ella, todo empolvado. Pero las manos que tocaran y abrieran ese libro, podría enseñarle mucho o podría hacer que cambiase de opinión en su vida, Ella decía que la última opción era la más acertada. Que ella no se veía escribiendo su vida en libros. Que le gustase vivirla para ella y con la persona que la compartiera algún día. Becky no era esa romántica empedernida, que cree en todas las palabras de amor, que consume azúcar diaria para vivir la vida. No, Becky era esa chica rara y extraña, que tenía que repetirse las cosas para asegurar de que estaba haciéndolo y de que no se le olvidaba nada. Esa persona que le gustaba hacer las cosas bien, y si algo le salía mal, volvía desde cero a comenzar, porque, aunque pareciera perfeccionista no lo era tanto, solo le gustaba el orden. Cosa que yo no tenía con mi habitación ni con mi vida. Esa chica que amaba el olor a café y a libro nuevo. Esa chica que anhelaba los estrenos de sus películas en cines. La chica que se detenía para oler la humedad de la tierra cuando llovía, la que levantaba su cabeza hacia el cielo y dejaba que la lluvia la tocase, Becky era esa chica en la que podías confiar, y te daba consejos. Pero ella no podía confiar tan fácil en las personas. Sé que había cosas que no me contaba, cosas que nunca le contó a nadie, pensamientos de ella. Era la chica que no necesita cosas tan lujosas y caras, tan solo un detalle pequeño y barato la emocionaba. Era feliz con sus amigos, divirtiéndose, haciendo cosas mundanas con nosotros. Le gustaba vivir cada día tan lleno de energía y positividad. Ella era esa chica que amaba los tiempos húmedos y lluviosos porque dormía todo el día o los tomaba para ver series y leer mucho. Andar con su pijama por días. Esos días eran sus favoritos. Becky, mi mejor amiga y hermosa mujer de dos hijos tan parecidos a ella. Esa persona ya no está con nosotros.
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