Cuando abro los ojos, veo la cama vacía. Me ha dejado, otra vez. Me siento en la cama, y pienso en lo que he hecho anoche. Me hará preguntas cuando vuelva del trabajo. No sé qué voy a decirle, no puedo decirle la verdad. No puedo hacerlo. Voy a la habitación de la niña y no la encuentro. Mi pulso se acelera. —¡Megan! Voy al baño. Tampoco está. Llamo a Fred, pero no responde. Busco por toda la casa y no la encuentro, comienzo a sentir ansiedad. Mi respiración se acelera, mi corazón está golpeando duro con mi pecho. —¡Megan! ¿Dónde estás? Habla, Megan. Lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Tomo un jarrón y lo estrello con la pared, se hace añicos. Camino de un lado a otro, vuelvo a llamar a Fred. Sigue sin responder. ¿Se ha llevado a mi hija? ¿me ha dejado? Mis manos tiembla