[SANTIAGO] —Aun no puedo creer que tu padre haya aceptado lo nuestro— Le digo al oído mientras la abrazo desde atrás y entramos a nuestro piso. Ella coloca sus manos sobre las mías y gira un poco su rostro para mirarme por encima de su hombro —Ni yo, por fin todo está yéndonos bien.— Responde con una enorme sonrisa. Cierro la puerta detrás de nosotros y comienzo a besar sus hombros —Yo diría que más que bien— Pronuncio entre beso y beso. Me toma por sorpresa al voltearse para que quedemos de frente, su sonrisa se encuentra con la mía y sin decir una sola palabra, ambos entendemos lo que queremos en estos momentos. Sus brazos por encima de mis hombros, los míos rodeando su cintura, y de esta manera la distancia comienza a desaparecer para darle la oportunidad a nuestros cuerpos de rozar