[SANTIAGO] Amanecer a su lado es un placer, aunque en realidad no hemos dormido casi nada. La he amado tanto que por poco se nos olvidan nuestros nombres, se suponía que ella debía ir a trabajar hoy, pero al ver la hora creo que deberá llamar y dar alguna excusa para no ir. La observo con todo su cabello desordenado y su espalda que tan bien me conozco completamente desnuda y solo puedo querer rozar su silueta con mis dedos, es tan preciosa. Ese anillo en su mano me llena de emoción, ha aceptado ser mi esposa y lo único que puedo hacer es imaginar cómo será nuestra vida cuando nos casemos en ese momento que ambos creamos que es correcto. —¿Qué tanto me miras?— Me pregunta abriendo sus ojos lentamente. —Buenos días bella durmiente. Solo admiraba lo desquiciadamente perfecta que eres.— Le