¿Estás segura?

2191 Palabras
◘◘○○••♥♥♥••○○◘◘ Durante todo el camino hasta la casa de Mason me sentí extraña, no pude dejar de mirar el anillo en mi mano, pero creo que estoy conmocionada al punto que no se me marca una sonrisa en el rostro… «Seguramente necesito hacerme a la idea y ya después seré una mujer muy feliz», pienso y suelto un suspiro pesado.   No me doy cuenta en qué momento Mason se baja del auto y está abriendo la puerta de mi lado para que me pueda bajar. El viento frío de la noche es el que me saca de mis pensamientos y me apresuro a salir del auto.   Mason me toma de la mano y camina ansioso hacia la entrada de su edificio, llegamos al ascensor y me aprisiona contra una de las esquinas, para después posar sus labios en mi cuello y besarme intensamente.   «Será mi esposo, así que debo dejar de pensar tanto y disfrutar», pienso antes de entregarme al placer. Se abren las puertas del ascensor, por lo que Mason me toma nuevamente de la mano y caminamos tan rápido que parece que corriéramos por el largo corredor hasta llegar a su puerta.   Entramos y él empieza a quitarme la ropa con agilidad, dejándome solamente en un conjunto pequeño de encaje blanco, desliza sus manos por mis costados hasta llegar a mis muslos y de un salto quedo con mis piernas alrededor de su cintura. Siento su erección hacer presión en mi monte de Venus y es algo excitante. No dejamos de besarnos.   Me lleva cargada hasta la habitación, me deposita un poco fuerte sobre la cama y nos besamos de una forma voraz. Tengo mis ojos cerrados, dejándome llevar por el momento. Mason agarra mi trasero con una de sus manos… En un segundo vuelvo a esa noche de Halloween de 2018 y suelto un gemido fuerte, pero después regreso a la realidad. Abro los ojos y veo a mi prometido totalmente excitado con la reacción que acabo de tener, pero en vez de sentirme bien, me siento culpable, ya que mi reacción no es por él, sino por el desconocido de la noche de mi cumpleaños.   Trago saliva e intento volverme a concentrar en lo que estoy haciendo con Mason, pero los recuerdos de esa noche vuelven a poner mi mundo de cabeza. Creí que ese ya era un tema superado, pero por alguna razón que no entiendo, vuelve a mí tan nítido como si lo estuviera viviendo nuevamente.   Le pongo el piloto automático a mi cuerpo, hasta que mis ojos se fijan en los de Mason que se mira fijo con el ceño fruncido.   —¿Qué te pasa? —me pregunta serio. Trago saliva y pienso bien lo que le voy a responder. —Creo que la comida me cayó mal —digo intentando sonar convincente. —Oh… lo siento —. Se quita de encima de mí y se acuesta a mi lado, mirando al techo. —Perdón —comento sincera, mirándolo de medio lado. —No importa, será después —. Su voz es fría y ni siquiera me mira.   Me incorporo en la cama y me siento muy mal, porque Mason es un buen hombre y no merece que la mujer con la que se quiere casar y pasar el resto de su vida, esté tan confundida, contrariada y pensando en algo que ni entiende, el mismo día en que le propuso matrimonio.   Me levanto de la cama y busco mi ropa, pero recuerdo que toda está afuera, en la entrada del apartamento, así que salgo a recogerla. Voy al baño y me visto rápidamente, como si no quisiera que Mason me viera vistiéndome, después voy hasta el espejo y de repente, mis ojos se llenan de lágrimas, que ni entiendo porqué son.   Me lavo la cara con agua bien fría y salgo de vuelta a la habitación de Mason, donde lo encuentro con el pantalón de la pijama puesto y el torso descubierto. Muerdo mi labio, porque es innegable lo guapo que es, pero en este maldito momento solo pienso en esas manos que me tocaron la piel y el alma hace años.   Mason me mira y se nota que está de mal genio, aunque no dice nada y pretende actuar normal, pero no le sale. Su teléfono anuncia un mensaje y se apresura a revisarlo, escribe algo y vuelve a dejarlo sobre la mesa de noche.   —Me voy —comento en voz baja y el asiente —. Ten una buena noche… yo iré a casa a hacerme un remedio.  —Está bien, cualquier cosa me avisas —se acuesta en la cama y prende el televisor —. Te pedí un taxi y ya debe estar por llegar —. Siento sus palabras como un puñal, pero es mi culpa que esté así… todo estaba perfecto y por mi culpa las cosas se enfriaron en menos de un segundo.   Anuncian la llegada del taxi, así que me acerco a él para darle un beso rápido de despedida, el cual se siente frío e incómodo.   Mientras voy en el auto le doy vueltas al anillo en mi mano e intento no pensar en nada, así que aprovecho para tener una conversación sobre el clima con el conductor y hasta hablamos de los cantantes que están presentando a esta hora en el programa de radio favorito de él.   —Llegamos —me dice deteniéndose frente a mi edificio. —Gracias —. Me despido después de cancelar la carrera y camino para llegar a mi apartamento.   La ventaja de tener la cabeza ocupada en otras cosas es que, no siento el cansancio de subir las escaleras hasta el cuarto piso.  Llego a la puerta y empiezo a buscar las llaves dentro de mi bolso, pero estas pareciera que se están escondiendo de mi vista y tacto.   Escucho algunos ruidos de ollas en la cocina, entonces decido tocar el timbre y que sea Romi la que me abra la puerta. —¡Un momento! —grita y escucho como una tapa cae al suelo —. ¡Mierda! Soy un desastre —. La escucho decirse eso y no puedo contener la risa. «Definitivamente esta mujer me da vida», pienso y me sigo riendo hasta que ella llega a la puerta y la abre. —Hola —la saludo con una sonrisa de lado a lado. Sus ojos se clavan en mi rostro y después recorre mi cuerpo de arriba abajo con detenimiento. —¿Qué haces acá? —me pregunta con una ceja levantada —. Imaginé que estarías con Mason celebrando —. Hace una mueca y se corre a un lado para que entre al apartamento. —Es que… —no sé ni cómo decirle lo que pasó. —A ver, sigue por acá, tengo un poco de café recién hecho ¡y tengo algo para cenar en la estufa! —grita y sale corriendo porque ya empieza a oler un poco a quemado. Llego caminando lentamente y me siento en una de las sillas que tenemos en la barra de la cocina —. Ahora sí, cuéntame cuál era el motivo de la invitación de Mason —dice mientras sirve un poco de pasta con carne en un plato hondo, después se pone en puntas de pies para alcanzar un pocillo y me sirve el café.   Desde el momento en que me senté, puse mis manos sobre la barra esperando que ella sea la que note la piedra brillante en mi mano, pero está tan concentrada con su cena, que no lo ha notado.   —Mmmm, tenía reservada una mesa en el restaurante Jackpot NY —comento y ella me mira emocionada. —A ti te encantan esos restaurantes desde que los conociste en tu cumpleaños 21 —yo asiento ante su comentario, porque es muy cierto —. Pero… —me va a preguntar algo y finalmente sus ojos se posan sobre mi mano, por lo que abre los ojos completamente sorprendida. » !Aaaaah! ¡No puede ser! —se tapa la boca con sus manos —. ¿Qué es eso? —dice señalando mi mano y yo levanto los hombros al tiempo que hago una sonrisa incómoda. —Mason me propuso matrimonio —comento mirando el anillo en mi dedo —Y dije que sí —trago saliva a ver la forma en que me mira. —¿Cómo es posible que te haya pedido matrimonio cuando se ven una vez a la semana y parece un noviazgo de adolescentes? —pregunta confundida y con notoria molestia en su voz.   No le contesto nada y lo único que hago es torcer la boca, porque, aunque me intenté convencer de que había tomado una decisión acertada, a medida que pasan los minutos, me doy cuenta de que no estamos preparados para dar ese paso en nuestra relación.   —Elizabeth Mortenson, mírame —me dice Romi seria —quiero que me digas mirándome a los ojos, si estás segura de la respuesta que le diste —expresa con una ceja levantada.   Mis ojos se clavan en los suyos, al inicio me quedo sin decir o hacer nada, pero después de unos segundos niego, al tiempo que mis ojos se llenan de lágrimas.   —En el momento creí que era lo mejor… Mason es un buen novio, pero en ningún momento me he sentido feliz como siempre imaginé que estaría el día que algo así me pasara —le comento y ella se levanta de su silla y viene corriendo a abrazarme. —Pero sigo sin entender el porqué estás acá y no allá con él, hablando de ustedes —. Me separa de su cuerpo para mirarme.   —Íbamos a celebrar… de la forma que cualquier pareja celebraría su compromiso, yo ya había decidido dejar de pensar tanto y disfrutar del momento, pero el recuerdo de mi cumpleaños volvió —digo con voz triste y ella cierra los ojos con pesadez. —Ay, noo. ¿Eso no era un tema superado? —me pregunta y levanto los hombros. —Eso pensaba yo, pero hoy el recuerdo volvió de la forma más vívida posible a atormentarme y volver el día que debería ser el más feliz de mi vida, en una miserable y donde la culpabilidad no me ha dejado tranquila ni un solo segundo —respondo y pego mi frente contra la barra de la cocina.   Flashback. Había pasado una semana desde mi cumpleaños 21, pero no dejaba de pensar en lo que había sucedido y cada vez que Romina me veía extraña, se acercaba a preguntarme lo que me pasaba. Siempre le contestaba con evasivas y excusas del estudio, pero ese día no aguanté más y le conté una parte de lo sucedido.   —El día de mi cumpleaños tuve relaciones con alguien a quien no conozco, ni reconozco, ni tampoco le vi la cara —dije soltando de forma irónica lo que no dejaba de rondarme la cabeza. —¡¿Qué?! —gritó Romi, tan duro que le hice una mueca para que bajara el volumen y los vecinos no escucharan su efusividad. —No sé lo que pasó… se supone que era Mason —digo tapándome la cara avergonzada.   Mi amiga me miraba confundida y tuve que explicarle detalladamente lo que había sucedido esa noche. Cuando terminé de contarle, ella se quedó en silencio por unos minutos, hasta que pareció organizar sus ideas.   —Ok, eso está de locos… El caso es que, tienes dos opciones, la primera es seguir pensando en eso, amargarte la vida, terminar con Mason y seguir con la incertidumbre de lo que pasó y la segunda es dejarlo en el pasado, entender que no fue tu culpa, continuar con tu relación con Mason, conocerse y disfrutar de una persona a la que sí puedes ver —terminó de decirlo y abrió sus manos como esperando mi respuesta. —Tienes razón… no puedo quedarme pensando en eso toda la vida —. Ambas asentimos.   Fin del flashback.   —Deja de lamentarte —me dice Romi y me toma de la mano —vamos a ver una película y después pensamos qué va a suceder con esto —dice mostrándome el anillo. —Ahora lo que menos quiero hacer es pensar en eso… Vamos por esa película y en vez de café, mejor llevemos una botella de vino —comento y ella aplaude emocionada.   Mientras ella va por la botella de vino, yo quito el anillo de mi dedo, porque lo siento que es peor tormento que el mismo recuerdo que envuelve el misterio de mi cumpleaños 21. «Definitivamente debo hablar seriamente con Mason sobre el matrimonio… ¿Cómo es que me pide que me case con él cuando nunca habíamos tocado el tema?».  ○○◘◘••♥♥♥••◘◘○○ Hola bellas ♥ Empezamos las actualizaciones diarias de este mes. Recuerden agregar la historia a su biblioteca de la app y comentar, eso nos ayuda mucho a los autores. Besos ♥♥♥
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