Al volver a su habitación, Adara se quedó sorprendida por sus propios pensamientos, Liam siempre le había parecido atractivo, pero algo había cambiado. Ya no solo le parecía atractivo, si no que se sentía atraída hacia él, ella había empezado a desearlo como hombre. Adara se acostó en la cama y empezó a gritar cubriendo su boca con un cojín, hasta que finalmente se calmó. — Jamás me imaginé que fuera de las que le gusta hacer ese tipo de cosas, soy una pervertida. Adara estaba dando vueltas en la cama intentando disipar los recuerdos de la noche anterior, cuando una de las sirvientas llamó a la puerta y preguntó si podía pasar. — Pasa. Adara se incorporó y le preguntó. — ¿Qué haces aquí?, no te he mandado a llamar. — El rey me ordenó que viniera para atenderla su majestad, perdón s

