CAÍDA TREINTA Y SIETE “Estás pensando con el pene. Otra vez”, le gritó Patty con las manos en el aire. Héctor se recostó en su silla, la tienda estaba silenciosa y él tenía trabajo de escritorio que finalizar. En la calle había humoniebla que la noche hacía parecer aún más sucia. El retumbar constante del tránsito de la Avenida Syggrou más abajo era como ruido blanco para los sentidos. “No lo estoy, ella-” “Ella admitió que manipulaba a los dueños y que te manipulaba a ti en tu cara. Pero Nooo, ella es una puta buena, no es mala. Vamos a creer todo lo que dice”. Se burló. “Pickle, yo he sobrevivido en este mundo antes que te conociera, tú sabes”. “No, tú eres un sentimental y un pusilánime”, le dijo empujándole la silla. Héctor comenzó a quejarse e incluso se enojó un poco con ella.