Bárbara A pesar de que Marion siguió alegándome, al final no tuvo más opciones y con ayuda de un guardia, pude subirla a mi auto trasladándonos a un restaurante donde pedimos comida para llevar y después partimos al destino que se suponía ella me había indicado, pero decidí hacer un ligero cambio de planes en el trayecto y en cuanto vio que adentré el auto en otro lugar fue cuando supo que algo no iba bien. —¿En dónde estamos? —Mi casa, te quedarás conmigo hasta que sanes. —¡¿Qué?! No, señora Clyde, le agradezco la ayuda en el trabajo, pero no puedo quedarme aquí. —Marion, no creas que hago esto con cualquiera, pero necesito hablar contigo de algunas cosas y sé por mi hija que no tienes a nadie que cuide de ti en este tiempo, además, estás incapacitada y no me sirves de nada en la em