—Te llevaré a casa—expreso Armand levantándose de su asiento para quitarse la chaqueta, una acción que Avery no comprendió en ese momento, pero cuando él se aproximó a ella, recordó que técnicamente estaba desnuda y muy expuesta no solo ante las cámaras que los observaban, sino también ante la gente que ahí cenaban. Mientras Armand colocaba su chaqueta detrás de sus hombros, Avery miro a su alrededor, sintiendo asco de sí misma, de lo que había sucedido y de la extraña situación en la que se había metido. Había desperdiciado preguntas valiosas indagando quién diablos era él, cuando la duda más grande en su cabeza era el motivo que la había orillado participar en ese juego. ¿Acaso el sombrerero lo sabia? —¿Casa?—se cuestionó Avery dudosa, ya que el único lugar al que le podía decir hogar