Intenté alejarme de Jack todo lo posible los días siguientes, lo cual a decir verdad, había sido todo un desafío, más por lo perseverante que él era, que por mis deseos de seguir a su lado, a pesar de todo el tiempo que habíamos estado separados. En ocasiones, antes de entrar a un lugar, me aseguraba desde el exterior que no se encontrara allí dentro, esperando pacientemente a darme una sorpresa con su presencia. Si lo veía venir hacía mí por los pasillos del hospital, salía corriendo en la dirección contraria o me metía en la primera habitación que encontraba y me escondía ahí, hasta que se dignaba a marcharse. Parecíamos dos niños pequeños jugando a las escondidas, y me sentía realmente como una imbécil cobarde, pero lo hacía por una sabia razón. No es que tuviera miedo de Victoria