Estaba aterrada, no sabía qué hacer ni dónde ir. De pronto se me vino a la mente Josh. Él aún sigue aquí. Ese hombre sigue parado en la misma posición, sólo observándome atento. Trago grueso y me dispongo a retroceder despacio. El hombre no se mueve así que tomo eso como una salida de escape. Doy media vuelta y corro hacia la entrada, miro atrás y él sigue allí. Corro por los pasillos, subo escaleras, doblo en una esquina y busco la biblioteca. Josh venía saliendo. —¡Josh! —exclamo. Él me mira y, cuando me ve aterrada, se torna preocupado. —¿Venus? ¿Qué te pasó? —preguntó. —Afuera... un hombre.... pasamontañas —respondí entrecortadamente. Me faltaba el aire gracias a la corrida que di. —A ver, a ver, cálmate —pone sus manos en mis hombros—. Respira, —ordena. Eso hago. Inhalo y exhalo—