Nicolás Fuentes. Mastico de mala gana los trozos de papaya que Emily mete en mi boca como condición para que ella también pueda comer. Algo me dice que estoy perdiendo en este negociado al que solo ella pone las reglas y ser yo quien debe obedecerlas, pero aun así no puedo decir nada o remediarlo ya que se niega rotundamente a escucharme, al menos que sea para decirle que sí a todo lo que desea. Desde esa mañana no ha mencionado ni una sola vez lo del bebé, y eso lejos de tranquilizarme, me inquieta más, porque sé que está sufriendo, está enojada, pero se opone a compartir su dolor conmigo. No quiero presionarla, pienso que todo debe marchar de acuerdo a su tiempo, y si ella no se siente preparada para hablar de eso, no voy a forzarla. Esta lucha de poder no va llegar a nada, lo sé, pe