La tensión entre nosotros es más que evidente, y no es para menos, la frase que he dicho se presta a eso. Una vez en su oficina, él cierra la puerta con llave detrás de nosotros y me mira expectante. —Por favor, dime de una vez que es lo que esta pasando. Siento que se me saldrá el corazón del pecho por los nervios —me pide ansioso y en otro momento de nuestra relación tal vez hubiese sonreído, pero hoy ni siquiera eso puedo hacer. Apenas puedo mirarlo a la cara, y no por vergüenza, sino porque siento las palabras que me dijo ese imbécil repitiéndose una y otra vez en mi mente. —Latchan me amenazo —resumo y a pesar de como comienza a mirarme Mykel, decido continuar—. Me dijo que, si no iba a cenar con él esta noche, me enteraría de quien es —concluyo. —¿Qué? —cuestiona con su voz entr