Abro los ojos sintiendo un cuerpo tibio junto al mío, Khatia duerme plácidamente abrazada a mi, no me voy a quejar de esto, por el demonio que no, pero sé que cuando ella se de cuenta se pondrá a la defensiva.
Yo solo la observo en silencio, sin moverme, sin hacer ruido, para evitar que este momento se rompa.
Su pijama es preciosa, sobre todo porque uno de sus senos se acaba de salir de la tela, no puedo evitar sonreír sintiendo esa sensación de tocarlo.
—Pareces idiota mirándome así. –murmura ella aún con los ojos cerrados y yo río.
—No noté que estabas despierta, eres buena.
A pesar de que ella está despierta no se aleja de mi, eso hace que mi corazón comience a latir emocionado.
—No sabes cuántas veces soñé con esto. –confieso y sus ojos se abren observándome con fijeza, yo me arrepiento al instante–, lo siento, no quiero sonar tan repetitivo.
—Descuida, es algo que no puedes evitar y yo no te puedo prohibir. –señala y se levanta de la cama dejándome un vacío.
—¿Preferirías que no te hablara de mis sentimientos?
—En realidad preferiría irme de aquí, no me siento segura y...–Khatia se detiene y se pone alerta, yo me levanto de la cama y tomo mi arma, alejo a Khatia de la puerta.
—Iré a revisar, no salgas, si no vuelvo en cinco minutos...
—¡No! No te atrevas a dejarme sola Ángelo. –murmura mi segundo nombre con más miedo que advertencia.
—No voy a dejar que te hagan daño. –asevero.
—Pues yo no voy a permitir que te dañen a ti. Tu madre no me lo perdonaría.
—¿Solo lo haces por ella?
—No, por tus hermanos también. –asegura mientras mi corazón quiere romperse, otra vez.
—Volveré. –aseguro pero su mano toma mi brazo, sus uñas se clavan en mi piel.
—No, déjame ir contigo, sabes que puedo hacerlo. –señala y sé que ella a toda costa hará cualquier cosa para que yo deje de verla o tratarla como una mujer débil.
—Solo promete que te quedarás detrás de mi, tú cuidas mi espalda mientras te protejo. ¿De acuerdo?
Khatia asiente y suelta mi brazo, toma su arma y se pone las botas con rapidez mientras imito su acción.
Abro la puerta despacio y reviso el lugar antes de salir, no está la puerta abierta, pero eso no quiere decir que no haya entrado nadie.
Camino con cautela mientras ella hace lo mismo, me detengo al oír voces, no están dentro, están afuera.
Con una seña le pido a Khatia que se aleje de cualquier ventana, ella asiente y camina más al centro, el ruido del cristal siendo roto interrumpe el maldito silencio, cubro a Khatia y la llevo hasta el baño, no voy a arriesgarme, no con ella aquí.
Cierro la puerta con seguro y tal y como hace tiempo lo hice, quito la rejilla del ducto del aire que se encuentra en el baño.
—Ven acá linda, sube. –le pido y ella lo hace, la ayudo a subir y entra, se detiene y me mira.
—Iré detrás de ti, lo prometo. ¿Recuerdas ese día en el hospital? –cuestiono y ella asiente–, lo haremos igual, ¿De acuerdo?
—De acuerdo. –murmura y gatea por el ducto.
Un golpe seco me alerta, ellos entraron. Me apresuro a subir y pongo la rejilla para evitar alertar nuestro paradero, gateo lo más silencioso que puedo y puedo verla a ella hacer lo mismo.
Mira hacia atrás, le hago una señal de que vaya hacia la izquierda, ella lo hace con agilidad, mi rusa, tan determinada.
—Empuja la puerta, sal con cuidado. –le susurro.
Khatia abre la puerta y se asoma un poco antes de salir, salgo después de ella y busco un escape, no podemos estar aquí así, pero no logro ver la manera.
—¿Marco?
—Lo sé, linda. Estoy pensando.
Una explosión hace que la casa se simbre, debo sacarla de aquí.
—¿Puedes saltar? –pregunto viendo la altura.
—Podría ser contraproducente, pero un hueso roto sana. ¿No? –dice antes de ponerse en posición de salto.
Me paro a su lado y la detengo.
—Iré primero. –aseguro y ella no pelea mi decisión, así que me preparo. No es tan alto, pero realmente no soy indestructible.
Salto y la herida me duele como el infierno, no es mi mejor aterrizaje, me cuesta un poco respirar después de eso, Khatia se prepara pero a diferencia de mi, ella usa el tubo del desagüe y cae de manera menos estrepitosa.
Se acerca hasta mi y puedo ver la preocupación en sus ojos.
—¿Puedes levantarte? –pregunta y asiento levantándome con un poco de dolor.
—Necesitamos alejarnos de aquí.
Khatia toma mi mano y camina con prisa hacia la parte trasera de la casa, las llaves del coche las dejé en la casa, pero sea quien haya irrumpido, dejó las suyas en la moto.
—¿Sabes conducirla? –pregunta ella con pánico en su voz.
—No debe ser difícil, ¿O si?
—Supongo que no.
Corremos hasta la moto y subo con rapidez, ella hace lo mismo.
—Por favor, sujetate y no te sueltes por nada del mundo.
Enciendo la moto y arranco lo más rápido que puedo, ellos van a darse cuenta de que huimos y en una motocicleta estamos más expuestos que en un coche.
Puedo sentir los brazos de Khatia presionar mi cuerpo, la adrenalina me nubla los ojos, solo quiero salir de aquí y ponernos a salvo, pero tampoco quiero provocar un accidente.
Miro hacia atrás, no hay nadie siguiéndonos, aún así no bajo la velocidad, necesito llegar a un lugar seguro.
Khatia se suelta de mi agarre y observa su muñeca, su reloj inteligente se enciende.
—Kozlov, necesito ruta de escape, ahora. –demanda y vuelve a rodearme con sus brazos.
Siento su muñeca vibrar y fija sus ojos en el.
—Cien metros, gira a la izquierda. –dice y yo acelero y giro a la izquierda como ella me lo pide.
Khatia me da indicaciones y yo las sigo al pie de la letra, mi corazón galopa como loco, no sé si es por emoción de que ella esté conmigo, de miedo al no poder mantenerla a salvo, o de amor porque por dios que amo a esta mujer.
—Detente. –pide y yo me detengo.
Baja de la moto y la sigo, camina hacia las tiendas buscando algo ¿O a alguien? Acelera el paso cuando encuentra lo que supongo buscaba, entra a la tienda y pide hablar con alguien en específico.
—Señorita Khatia, ¿está bien? –cuestiona ella en cuanto la ve.
—Sí, necesito ropa para ambos, –me señala–, una peluca y un coche. El menos llamativo que tengas.
—Por supuesto.
La mujer comienza a dar órdenes en griego y yo miro a mi rusa preciosa tomar ropa para ella, entra al vestidor y sale completamente diferente, una chica llega conmigo y me da la ropa mientras me mira con demasiado entusiasmo, estoy sin camisa y bueno, no me pueden culpar.
—Kayla, deja de ver al esposo de Khatia así. –la reprende la mujer con la que habló mi rusa hace un momento.
—Lo siento señora.
—Solo tenemos está peluca, pero servirá. –señala ella entregándole una peluca de color rojizo.
—Muchas gracias, es todo lo que necesito ahora. Cambiate Marco, no tenemos todo el día. –me apremia ella y yo obedezco.
Khatia se pone la peluca con ayuda de la mujer, yo no puedo evitar observarla de más, es tan sexy rubia, pero pelirroja, es un demonio caliente.
Khatia se da cuenta de que la observo demasiado y no me he cambiado de ropa, pone los ojos en blanco mientras habla con la mujer que nos está ayudando. Estoy tan embelesado hasta que el nombre de un idiota se vuela en la conversación.
—Cristian está bien, hablé con él sobre lo que sucedió, fue demasiado buena para no matarlo.
—No merecía morir, después de todo solo buscó su felicidad. –dice ella restándole importancia pero sé que hay algo que le duele, la traición se ese imbécil.
—¿Cuál es el plan? –cuestiono una vez que terminé de cambiarme.
—Iremos a Italia, ese es el plan.
—En coche, imposible.
Khatia sonríe como si supiera algo que yo no. Y algo me dice que así es.
—No iremos a Italia en el coche, solo haremos una parada de emergencia antes de partir. –asegura y me sonríe.
Esa sonrisa, esa jodida sonrisa, me tiene a sus pies incluso cuando ella no lo sabe. O lo sabe pero se niega a verlo.
Me acerco hasta ella y parece que todo el mundo en esa tienda ha desaparecido, Khatia me mira fijamente pero no retrocede, yo aprovecho eso para poner mis manos sobre sus mejillas, acerco mis labios hasta los suyos, pero me detengo y beso su frente.
—Estoy tan orgulloso como enamorado de ti, rusa bonita. –señalo y ella se mantiene en silencio–. Espero tus órdenes, quiero estar en Italia lo más rápido que se pueda, nuestra familia espera.
Tomo su mano y ella no me aleja, solo espero no estarme haciendo novelas en la cabeza, porque sería doloroso.