-¿Cómo te sientes, Georgia? – preguntó Alessandro, genuinamente preocupado por ella. -¿Cómo crees que podría estar? Alessandro frunció los labios, quería darle consuelo y hacerla sentir mejor, pero él más que nadie sabía lo difícil que era conseguir eso, ella acababa de descubrir que todo lo que ese hombre le había prometido no eran más que mentiras para ilusionarla y usarla. -Quizá ahora no te das cuenta, pero un día, entenderás que lo que pasó aquí hoy, fue un favor para ti. Estás mejor sin el imbécil de Domenico a tu alrededor. Georgia le dio la espalda, una cosa era mostrarse vulnerable con la abuela, en quien ella confiaba y otra cosa diferente era hacerlo frente a Alessandro. -Si, gracias por tu ayuda – soltó con sarcasmo – no sé qué habría hecho si tu no hubieras aparecid

