La comida preparada por los chef estaba exquisita, el ambiente era romántico y completamente maravilloso y por supuesto, la compañía era sinigual, todas aquellas cosas hicieron que Georgia y Alessandro disfrutaran de una velada irrepetible. -Esto ha sido completamente perfecto, muchas gracias – dijo la mujer, dándole un sorbo a la copa de vino que se estaba tomando. -Me alegra que te guste – Alessandro estrechó la mano de Georgia, al tiempo en que un mesero ponía el postre frente a cada uno de ellos. Pero lo que llamó la atención de Georgia no fue lo rico que se veía el postre o la bonita decoración que tenía el plato, si no el cofre de terciopelo rojo que el mesero acababa de entregar a Alessandro. De repente, el hombre se puso en pie, y caminó hacia el asiento de Georgia, a quien

