Georgia miró atónita a su alrededor, una parte de ella no alcanzaba a descifrar como un hombre como Alessandro se creía con tanto poder sobre alguien como ella, eso la fastidiaba, es que acaso ¿él se creía su dueño? La otra mitad de Georgia sabía que los hombres como Alessandro no pedían permiso, hacían lo que querían, cuando querían y de la forma en que mejor les parecía, por desgracia, Georgia no era del tipo de mujer que se dejaba amedrentar ni mucho menos impresionar por tales comportamientos. -¡Espera! – Georgia lo detuvo cuando él intentaba volver dentro de la casa - ¿Por qué has hecho todo esto? ¿Podrías explicármelo? – ella se cruzó los brazos sobre el pecho y lo encaró, no iba a permitir que él se fuera de ahí, así como así, estaba comenzando a hartarse de todas esas veces en qu

