El tiempo pasó rápidamente, aquella semana fue como un suspiro en el que Georgia no tuvo ni siquiera el tiempo suficiente para procesar todo lo que la noche del evento de Alessandro significaría para ella. Eran cerca de las cuatro de la tarde y la mujer estaba bañándose para arreglarse para la gran gala, después de salir de la ducha, ella esperó hasta que el maquillista y peluquero llegara, Alessandro había contratado al mejor equipo para que la dejaran aún más guapa de lo que ya era, por supuesto Georgia no rechazó aquella cortesía, después de todo, la mujer no estaba acostumbrada a reuniones de salón, mucho menos tan suntuosas como suponía que sería esa a la que iba a asistir junto a su jefe. –Por favor, no me maquille demasiado, no quiero sentirme extraña en mi propia piel – le dijo a

