Georgia estaba en casa, leyendo uno de sus libros favoritos y disfrutando de la biblioteca, que se había y convertido en uno de sus espacios favoritos, a decir verdad, el lugar era realmente bonito y agradable, aquel pequeño espacio la hacía sentir tranquila y segura, como si dentro de aquellas paredes llenas de libros pudiera escapar de esa realidad que a veces la ponía a tambalear, esa que en muchas ocasiones no entendía. Y es que, Alessandro tenía la variedad suficiente de libros para que ella pudiera conocer esos mundos a los que todavía no había tenido acceso.
Mientras estaba allí, leyendo a Tolstoi, su celular comenzó a vibrar dentro del bolsillo de sus pantalones. La mujer miró el identificador de llamadas y respondió en cuanto reconoció el número del ancianato publico donde estab
